PESSOA Y SUS HETERÓNIMOS (BAJO INFLUENCIA BORGIANA) 2

El libro del desasosiego como tejido.


A partir de esta, la última obra, se pueden reconstruir todos los lazos y relaciones entre los integrantes del sistema heteronímico de Fernando Pessoa, así como entender la obra de este autor en su totalidad. Para el análisis voy a comparar aspectos de las obras de los heterónimos en el siguiente orden: Soares, Pessoa, Caeiro, Reis y de Campos. 

Un primer tópico recurrente en la poesía pessoana es la relación entre sosiego/ desasosiego. En Soares el desasosiego, que aparece desde el mismo título de su obra, está vinculado a una crítica de la sociedad de su tiempo y a la noción de paganismo, y responsabiliza de esta situación presente a las generaciones del pasado.
“Nacimos ya en plena angustia metafísica, en plena angustia moral, en pleno desasosiego político. Ebrias de las fórmulas exteriores, de los meros procesos de la razón y de la ciencia, las generaciones que nos precedieron derrocaron todos los fundamentos de la fe cristiana.”
En los poemas de Pessoa también se nota un tono de angustia que los tiñe, un desasosiego relacionado a las múltiples dudas que se plantea y la falta de respuesta ante las mismas. Murmullos que resuenan en él como ranas croando al fondo de un estanque, tal como dice un poema. Se mantiene también la idea de paganismo que deriva de su maestro Alberto Caeiro. Sin embargo, en Caeiro no hay una idea de desasosiego porque para él no hay misterios, ni preguntas metafísicas que valgan en su concepción materialista y tautológica de apreciar las cosas (“¿qué se yo que es el misterio? El único misterio es que haya quién piense en el misterio”) .
 “Pero mi tristeza es sosiego porque es natural y justa y es lo que debe haber en el alma”. Caeiro predica un sosiego ante las emociones, relacionado con su idea de integración y armonía con la naturaleza de todas las cosas.  Idea que parece querer retomar Ricardo Reis: “Más vale saber pasar silenciosamente y sin grandes desasosiegos (…) más vale estar sentados uno junto a otro oyendo correr el río y viéndolo (…) este momento en que sosegadamente en nada creemos paganos inocentes de la decadencia”.  
La propuesta sosegadora de Caeiro se mantiene en Reis, duda en Pessoa y se aniquila en la propuesta vanguardista de Álvaro de Campos. Este heterónimo mantiene cierto matiz melancólico, de cuestionamiento y en ocasiones exaltado. “¿Qué mal les hice yo a los dioses todos?” Podemos ver también, en la obra de de Campos más radicalmente la puesta en escena de cierta crítica social que en todos los heterónimos (incluyendo a Pessoa) se muestra de distintos modos. Esta crítica es el segundo aspecto que aparece integrado en el libro del desasosiego: 
 “En la vida de hoy, el mundo sólo pertenece a los estúpidos, a los insensibles y a los
agitados. El derecho a vivir y a triunfar se conquista hoy con los mismos procedimientos
con que se conquista el internamiento en un manicomio: la incapacidad de pensar, la
amoralidad y la hiperexcitación”. 
Es llamativo como este fragmento establece una paralelismo entre crítica social y locura, por lo que víncula no sólo a nivel interno el sistema heteronímico, a través de los lazos críticos que todos ellos mantienen con la sociedad contemporánea, sino que también a nivel externo se genera un lazo que une a Soares con Pessoa autor. El tema de la demencia y el diagnóstico a Pessoa como un histeroneurasténico es contemplada por el propio autor como la causa de la creación de todos sus heterónimos. Su locura, su tendencia a la despersonalización y a la simulación según él mismo define, genera estas manifestaciones que invaden su vida intelectual, mas no (afortunadamente) su vida práctica. Los heterónimos conforman una especie de comunidad mental ficticia paralela ante la sociedad real en la que él vive.

En esta novela entonces, aspectos de su biografía son contemplados ante la aparente inocencia de la forma autobiográfica de un personaje entre ficticio y real.

¿Cuál es el límite entonces, entre ficción y realidad en la obra de Pessoa? Contemplada a través de las memorias de Soares aparece una conclusión ligada a la escritura:
“Creo que decir una cosa significa conservarle la virtud y despojarla del terror. Los campos son más verdes en el decirlos que en su verdor. Las flores, si se describen con frases que las definan en el aire de la imaginación, tendrán colores de una permanencia que la vida celular no permite." 
En este fragmento se puede apreciar la importancia que Soares confiere a la imaginación y al lenguaje como un mejor constructor de realidades, o a la escritura como constructora de realidades eternas que permanecen incluso cuando la memoria olvida. Me interesa ver como aparece esta idea en el poema Hora absurda, firmado por Pessoa, de 1913. Allí hay una primer idea: “Soñar que hay otros nos nubla el sentido”. Imaginar, crear a otros y darles una voz podríamos pensar que sería perjudicial para uno según este verso. Pero luego madura su opinión y finaliza el poema diciendo: “¡ tan pocos aman los paisajes que no existen! Saber que mañana habrá el mismo mundo - ¡cómo nos desalegra!”.
Interpreto que para Pessoa, la ficción es positiva, al igual que sus heterónimos lo son, y en verdad no importa si estos nos nublan el sentido porque la ficción, la suposición para él es creación y basta con imaginar para que algo sea (“Marchita la rosa en la rama igual que la de la solapa”). 
El famoso poema autopsicografía (de Pessoa también) habla del fingimiento como una característica inherente al poeta, y es tan hondo ese sentimiento que el poeta “llega a fingir que es dolor el dolor que en verdad siente”. Es decir, lo verdadero lo finge como verdadero, porque traspasa el límite entre reconocer realidad de ficción, y ese límite se desvanece inclusive para los lectores que sienten “no los dolores que él (poeta) tuvo, sino el que ellos no tienen”. En otro poema volverá sobre este tema y hablará de dos vidas que se viven (una realizada y una pensada), pero que la vida verdadera es la que se encuentra en la brecha entre una y otra. 
En Caeiro sin embargo hay una visión más simplista. Las cosas simplemente son lo que son y como son, y si dicen algo que excede a sí mismas, eso es ficción. “el viento habla sólo de viento. Lo que oiste es mentira y la mentira está en tí.”. Él como poeta se coloca como un simple observador, no da valor a las cosas, sino que las cosas tienen por sí solas el valor. Opuestamente al territorio difuso generado por Soares y Pessoa, Caeiro en el otro extremo del recorrido ve todo igual, real y cierto. 
Ricardo Reis, continuando con la línea pagana de Caeiro dirá: “Los dioses no dan verdad sino vida, y acaso ni sepan cual es la verdad”. Y en oposición a Soares y Pessoa no encontrará lo positivo en el fingir ser otro “A todo cuanto amenace con cambiarme, aunque para mejor sea, lo detesto y le huyo”.  
Finalmente en de Campos hay una estado exaltado con respecto a ser o no ser otras personas, que lleva al quiebre y la disolución de él en muchos otros: “Se rompió el espejo mágico en que me veía idéntico, y en cada fragmento fatídico sólo veo un pedazo de mí, un pedazo de tí y de mí”. Podemos ver al espejo como ese límite entre realidad y ficción que se rompe, y del cual no surge un otro, sino varios otros, varios heterónimos. Estos límites aparecen delimitados también en el poema Tabaquería, en el que se muestran lugares reales y lugares “limbo” en el que el poeta siente estar en un sueño. Retoma a Pessoa al preguntarse si uno es lo que piensa, pero en él, esto se multiplica porque se piensa muchas cosas y calza varios disfraces equivocados (como máscaras), en los que luego se convierte por no desmentirlos. Al final de Tabaquería De Campos vuelve al terreno material (sin metafísica) y la realidad se reconstruye. 

Recapitulando: Para Caeiro todo es igual a sí mismo y en esta medida cierto. Opuesto a esta idea el otrónimo Pessoa considera que la imaginación directamente construye realidad, la ficción es verdad porque es mentira la verdad. De Campos, y en parte Pessoa, unifican estos polos mostrando territorios intermedios donde mentira y verdad, ficción y realidad se cruzan. A su vez se muestra ese lugar de cruce como propicio para el surgimiento de heterónimos. 

Es por esto, que considero a Soares como el nucleo del sistema heteronímico, porque él unifica ambos polos: es un personaje ficticio en tanto heterónimo, pero un personaje real en tanto se desprende del propio Pessoa autor. Nace y muere con Pessoa, y no es construído conscientemente sino que surge desde la inconsciencia, el otro gran tópico de la poesía pessoana.

Soares utiliza la ficción ajena para crear la propia “Nunca he podido leer un libro entregándome a él; siempre, a cada paso, el comentario de la inteligencia o de la imaginación me ha interrumpido la secuencia de la propia narrativa. Después de unos minutos, quien escribía era yo, y lo que estaba escrito no estaba en ninguna parte”. Esto refuerza la idea de Soares como el verdadero constructor de sus precursores, el lee a los heterónimos (incluyendo siempre a Pessoa), en base a eso construye su propia obra (el libro del desasosiego) y a través de esta refunda la poética de los demas. 
La creación literaria en Soares por otro lado esta vinculada a su vez con la noción de inconsciencia.
“Leo y me abandono, no a la lectura, sino a mí mismo. Leo y me adormezco”
“ Y, así, muchas veces, escribo sin querer pensar, en un devaneo exterior, dejando que las palabras me hagan fiestas, niño pequeño en su regazo. Son frases sin sentido, que corren mórbidas, con una fluidez de agua sentida, un olvidarse de riachuelo en el que las olas se mezclan e indefinen, volviéndose siempre otras, sucediéndose a sí mismas. Así las ideas, las imágenes, trémulas de expresión, pasan por mi en cortejos sonoros de sedas esfumadas, donde una claridad lunar de idea
oscila, batida y confusa” 
Considero que la inconsciencia es el tema que aparece con mayor recurrencia en el libro del desasosiego. En el capítulo 449 llamado manera de bien soñar, Soares razona que sólo se puede ser soñando, porque la inconsciencia da la pulsión vital que se necesita. “La inconsciencia es el fundamento de la vida. El corazón, si pudiese pensar, se pararía”. 
La vida real no es nuestra sino de los demás y desde que nacemos hasta que morimos nunca actuamos, somos actuados; no vivimos, somos vividos. Es decir, esta vida exterior parece anclada al concepto de comunidad en el sentido que uno es el otro o los otros, pero la vida interna es propuesta como inconsciente. Esto concuerda con como Pessoa, a través del discurso médico, define la forma en que crea la comunidad de heterónimos, y como describe las apariciones de Soares (momentos de adormecimiento o embriaguez donde su percepción cambia).
Esta idea de inconsciencia de Soares se puede rastrear en todos los otros heterónimos: para Pessoa la borrachera en ocasiones brinda una asombrosa lucidez, y en esos momentos él se siente otro. “¿Por qué para ser feliz hace falta no saberlo?”. Para ser, no saber, es decir, perder la consciencia. Es decir, dejar que aparezca Soares. 
En Caeiro la misma idea se mantiene: no saber es necesario para sentir, busca perder la consciencia y simplemente percibirlo todo como un espectador.(“Las cosas no tienen significado, tienen existencia”.) 
Reis igualmente vincula la inconsciencia a la creación, tiene la sensación de que el que él es en el presente y el que fue en el pasado son sueños diferentes, así como De Campos considera que la vida verdadera es la soñada de niños, y seguimos soñando, aunque con dificultad de adultos, mientras que la vida falsa es la que se vive en convivencia con los otros.


En conclusión se podría afirmar que el sistema heteronímico de Pessoa se configura partiendo del heterónimo Bernardo Soares como eje, ya que todo escritor crea a sus precursores y renueva la forma de leer e interpretar la obra pasada. Frente a esta hipótesis surgen varios cuestionamientos que se intentaron responder. 
En primer lugar, dónde está motivada la elección de Soares como último heterónimo si nunca se han explicitado datos biográficos que lo demuestren. Si bien esto es cierto, lo que si se sabe de Soares es que es definido como una emanación del propio Pessoa (autor), por lo tanto podemos inferir que sus fechas de nacimiento y muerte son las mismas. Además la obra de Soares el libro del desasosiego, es una obra publicada póstumamente tras la muerte de Pessoa. Al respecto el mismo libro justifica la validez de una obra póstuma como creadora del poeta, dice: “Cuando Cesário Verde hizo que le dijeran al médico que era, no el señor Verde, empleado de comercio, sino el poeta Cesário Verde, se valió de uno de esos verbalismos del orgullo inútil que exudan el olor de la vanidad. Lo que siempre fue, pobrecillo, fue el señor Verde, empleado de comercio. El poeta nació después de su muerte, porque fue después de su muerte cuando nació la estimación por el poeta.” 
En segundo lugar se puede cuestionar la validez que tiene un heterónimo, es decir un personaje ficcional, de ser configurador de ese sistema. Una primera aproximación podría mostrarlo como un absurdo, sin embargo pienso que la respuesta se encuentra dentro de la clave de lectura y las reglas que propone la propia obra: el autor Fernando Pessoa crea  una comunidad de heterónimos, entre los cuales se destacan un maestro (Caeiro) y un pseudo heterónimo (Soares). En la medida en que Soares es “un estado”, como el propio Pessoa lo define, Soares es Pessoa, y automáticamente se convierte también en creador. Soares excede el carácter de personaje ficcional para lindar en un límite, ya que se desprende del Pessoa autor y no del Pessoa otrónimo. Además, Soares es una criatura que surge del inconsciente y es esta zona la que todos los personajes concuerdan en definir como propicia para la creación.
La creación surge de la imaginación y del inconsciente porque pensar en Pessoa es ser. Lo potencial se hace real, una prueba más de que en este sistema Soares es real. Todos los heterónimos son reales, pero Soares como representante de la inconsciencia no sólo es real, sino también la parte creadora de Pessoa autor, por ende, el verdadero creador de todos los heterónimos (inclusive de sí mismo). 

Por último, ¿sería válido proponer a un creador o autor dentro de un sistema donde la noción de autoría parece destrozada?. En la obra de Pessoa, tal como Pessoa quisiera ser leído, no aparece un autor, más bien múltiples autores. Por eso, en lugar de hablar de autoría me parece más pertinente hablar de texto. Dice Soares en un fragmento del libro del desasosiego:  “Vivir es hacer punto de media con una intención de los demás. Pero, al hacerlo, el pensamiento es libre, y todos los príncipes encantados pueden pasear por sus parques entre zambullida y zambullida de la aguja de marfil de pico al revés. Punto de ganchillo de las
cosas... Intervalo... Nada...” 
  Si bien no hay autor, el sistema de los heterónimos pessoano se constituye como un tejido, tejido que surge de la mano tejedora de Soares aunque el resto de los participantes del tejido conseven cierta autonomía dentro del sistema.


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