VIRGILIO PIÑERA: La isla en peso (con todas sus sombras)


La maldita circunstancia del agua por todas partes
me obliga a sentarme en la mesa del café.
Si no pensara que el agua me rodea como un cáncer
hubiera podido dormir a pierna suelta.



“La isla en peso” es un extenso poema de Virgilio Piñera que resume los tópicos que mantendrá a lo largo de su obra. Este poema que habla de su propio país, Cuba, nos muestra a través de un juego constante de luces y sombras su visión acerca de la insularidad.


LUZ

Su concepción del país es el de un país en la intemperie, desnudo. Esto se debe a dos factores: sus límites geográficos que lo señalan como isla, y su clima (el sol, el calor, y la luz iluminándolo todo). Al amanecer el sol brilla en la isla y la luz muestra el desamparo de un pueblo. “¿Qué puede el sol en un pueblo tan triste?”; “Los macheteros introduciendo cargas de claridad, se van ensombreciendo”. Esa luz solar actúa como un reflector, y al igual que en las cárceles, el hombre insular intenta escapar de su prisión, intenta esconderse del reflector que al iluminarlo lo descubre y desnuda. Por supuesto el escape no es posible (“¡Nadie puede salir, nadie puede salir!”) en una superficie limitada como la de la isla, y bajo un sistema externo de bloqueo económico, lo que nos vuelve a acercar al concepto de encarcelación. De hecho, al situar geográficamente la isla entre paralelos y meridianos, da por resultado la impresión de barrotes. Y el cubano encarcelado no podrá escapar más allá de los límites de su propio cuerpo. “La piel, en esta hora, se extiende como un arrecife y muerde su propia limitación. Ese pánico a la luz habla de un pueblo que desaparece, se esconde, sobrevive. La luz para Piñera ilumina y al iluminar todo, mata: “La claridad avanzada, invade perversamente, oblicuamente, perpendicularmente, la claridad es una enorme ventosa que chupa la sombra”; “Todo un pueblo puede morir de luz como morir de peste”. Porque lo que no se soporta es que la luz revele, y durante el día “Los secretos más inconfesables son dichos: la claridad mueve las lenguas” La luz semejante al fuego los condena y el día es visto como un infierno, por eso las imágenes del día están asociadas a lo putrefacto, al hedor del puerto, a la pordiosera, a los marineros ahogados, al cáncer, a la peste, la maldición de un pueblo sin fe en que nadie cree en Dios pero donde “Todavía puede esta gente salvarse del cielo”.

Ya que a su vez, la luz trae calor, y ese calor congela, asfixia, paraliza al hombre tropical, (“Las faenas del día se enroscan al cuello de los hombres”) y lo torna monótono e inconsistente durante el día. Al mediodía los hombres durmiendo en la playa “Semejan hojas a la deriva”; “A esa hora nadie sabría pronunciar el nombre más querido, ni levantar una mano para acariciar un seno”. Como si el tiempo quedase detenido “(el perfume de la piña puede detener a un pájaro)” y todo fuese lentitud, levedad, ingravidez. En ese agobio dominan las siestas perpetuas frente al problema del agua, (su maldición, su obstáculo, su castigo por el pecado insular) del cual sólo parece darse cuenta el yo poético como se muestra al comienzo mismo del poema: “Si no pensara que el agua me rodea como un cáncer hubiera podido dormir a pierna suelta”. Él es el único que no puede descansar “a pierna suelta” por el peso del problema de la insularidad. Sin embargo, estos hombres desposeídos, desarraigados, estas figuras grotescas, patéticas, absurdas en medio del resplandor buscan la huida hacia lo oscuro, lo húmedo. Es por ello que Reinaldo Arenas en “La isla en peso con todas sus cucarachas” hablará de los personajes de Piñera como “cucarachitas piñeranas”. Estos hombres, héroes de la resistencia, saben que la luz los persigue, escapan pero igualmente habitan ese espacio, llevando una especie de sobrevida en la que buscaran pasar inadvertidos. Y así como los insectos mudan su piel Piñera dirá que “Confusamente un pueblo escapa de su propia piel adormeciéndose con la claridad, la fulminante droga que puede iniciar un sueño mortal”. Por lo tanto si el escape del día lleva al hombre a la muerte, el otro escape posible radica en el descenso apresurado a lo oscuro: la noche.

NOCHE


Se vive de noche, la noche como solución. “El mediodía se resuelve en crepúsculo y el mundo se perfila”. Y al caer la noche el pueblo se libera de culpas, en la oscuridad no se ven ni los pecados. Los encuentros se producen aunque se trata: “No de un hombre y una mujer frente a frente, sino el contorno de una mujer y un hombre frente a frente, que entran ingrávidos al amor. Es decir, la noche llega pero ni aun así los valores de la carne sobreviven, ya que la gente copulando son imágenes vacías, contornos y sombras.Sin el peso del día “El paraíso y el infierno estallan y sólo queda la tierra”, los hombres se encuentran en su paraíso terrenal que es el platanal: un lugar de huida, donde van a buscar un cuerpo que identifique, sacie o consuele. Las danzas nocturnas interrumpen las siestas del día, y cerca del final del poema vemos como el ritmo de la noche resuelve los problemas de la luz. “No importa que sea una procesión, una conga, una comparsa, un desfile. La noche invade con su olor y todos quieren copular”. Se efectúa una peregrinación hacia la noche donde los hombres podrán liberarse del agua, de la luz e incluso de Dios. Las imágenes de los bailes, instrumentos musicales, bailadores y parejas generan una noche sin almas en pena ni máscaras de la civilización. Porque el verdadero problema que el día provoca es que el resplandor del sol sobre la arena, o sobre el mar actúa como un espejo y el hombre que se contempla ve reflejados allí la humillación, la culpa, la burla y los crímenes soportados. Es por ello que quizás convendría más hablar de espejismo, definido como “ilusión óptica motivada por la reflexión total de la luz, con la que los objetos producen una imagen invertida”, es decir, una ilusión engañosa que no refleja la totalidad de la realidad. De hecho Cuba desde el momento mismo de su descubrimiento provocó una ilusión engañosa a los europeos, quienes pensaron estar frente a tierra firme en lugar de arribar en una isla. “En Piñera la vida es como es: sencilla, corriente, sólo que vista a través de un espejo que la distorsiona”. Se podrían encontrar también otras imágenes invertidas dentro del poema, en el que sorprendentemente el día es el infiernoy la noche es el cielo.

LLUVIA


Dicotomía que se resuelve con otro elemento que se contrapone al sol: la lluvia. “Las primeras gotas de una lluvia áspera golpean su espalda (…) en este momento podría desplegarse un agradable misterio.. La lluvia despierta, la lluvia hace notar a ese pueblo la existencia de un cielo ya que “Sólo sienten su realidad física, por la comunicación de la lluvia al golpear sus cabezas”. Y el final del poema viene acompañado de la realidad otorgada por la lluvia de un pueblo que desciende resuelto hasta saber el peso de su isla.

CESAIRE, LEZAMA LIMA…


Quien primero descubrió este poema fue la crítica y poeta, Mirta Aguirre. Ella también notó las semejanzas existentes de “La isla en peso” con “Cuaderno de un retorno al país natal” de Aimé Cesaire. Este autor proveniente de Martinica es conocido por su poesía de la negritud. Su poesía es metafórica, con una gran fuerza evocativa, muestra la riqueza de la cultura caribeña y se percibe lo “mágico americano”. Pero también, evidencia las humillaciones pasadas y la necesidad de un nuevo orden. En “Cuaderno de un retorno…” nos encontramos a primera vista grandes parecidos con “La isla en Peso”, este parecido resultará imperdonable para Vitier. Si bien es cierto que ambos poemas repiten muchas construcciones (enumeración, paralelismos, aliteraciones), en ambos hay un yo poético marcado que expresa su voluntad (“yo busco”; “yo combino”) y ambos repiten muchas imágenes tales como: la lluvia, el hombre, la blancura y la luz, la muerte, el agua, el sol, la noche y la mirada apocalíptica, la finalidad con la que se las trata es diferente. Por ejemplo, casi al principio del poema dice: “un hombre solo preso de blancura, un hombre solo que desafía los gritos de la muerte blanca, un hombre solo que fascina al gavilán blanco de la muerte blanca, un hombre solo en la mar infecunda de la arena blanca.” Es decir, en este poema también se está tratando la soledad del hombre, y asociando la muerte con la blancura, o la arena como “un mar infecundo”; pero a diferencia de “La isla en peso” el hombre de Cesaire desafía en lugar de huir hacia lo oscuro. Él y su país se ponen de pie, y persistentemente hablará de un pueblo erguido a lo largo de todo el poema. Este pueblo no se conforma con lo que otros le dicen “no se consuelan con no ser hechos a semejanza de Dios, sino del diablo”, y replicarán que “no soy diferente de usted; no haga caso de mi piel negra: me ha tostado el sol”. La luz solar en este poema, broncea. Y “la negrería” se pone de pie (incluso visualmente se aprecia esto en la distribución gráfica del poema); de pie al sol, de pie y libre. Y de pie danzan (como los hombres piñerianos), pero aquí la danza “salta prisión”, hay una posibilidad de superación, e incluso se danza de día, y con la danza “salta el sol en la raqueta de mis manos”. Libres de culpa el viento es capaz de abrazar la pureza de estos hombres, y el poema termina, como en “La isla en peso” con la llegada de la noche. Excepto que aquí dice: “quiero pescar ahora la lengua maléfica de la noche en su inmóvil vibración”, como una contracara del poema anterior.

El contrapunto de luz y sombra que aparece en el poema de Cesaire, habla entonces de un recorrido interior del poeta que regresa de Francia al Caribe. Frente a su idea de un amanecer esperanzador, Piñera le contrapondrá cuatro momentos diferentes del día. Para Cesaire existe un horizonte, un optimismo, una esperanza lineal, en cambio la isla de Piñera es circular (“El tenebroso juego de pies sobre la arena circular”). Frente a la nulidad religiosa de Piñera, Cesaire mostrará la posibilidad de redención cristiana. Y si Cesaire busca conocer las circunstancias que llevaron a su pueblo a la situación actual, Piñera buscará escaparse de ellas.

Ahora bien, retomando con la temática del espejo y su reflejo propuesta en “La isla en peso”, se encuentra como imagen invertida del autor a su contemporáneo, el también conocido poeta y narrador cubano José Lezama Lima. Ambos autores han tratado un mismo tema, un mismo paisaje, una misma geografía, sin embargo, y a pesar de sus paralelismos, se colocaron en lados enfrentados de un mismo eje. “el gordo Lezama y el flaco Virgilio, el homosexual lirico y el carnívoro, el creyente y el descreído, el poeta de la densidad y la fijeza y el de la levedad y la ingravidez, el lector de Mallarmé y el de Kafka, el trascendental y el inmanente, el Uno y el Otro.”

La poesía de Lezama posee como distintivo esencial la búsqueda de la imagen: punto medio entre la cultura y la poesía. La poesía aparece como el vehículo para llegar a las esencias de la vida, y la imagen es vista como algo necesario que viene a cubrir un vacío, a nominar y a definir. Es por ello que la poesía lezamiana tiene influencias barrocas e incorporaciones de elementos heterogéneos. Esta densidad y llenado de espacios en Lezama se contrapone con la liviandad y siluetas vistas en Piñera. Por ejemplo en el poema “Noche insular, jardines invisibles” imágenes heterogéneas se entremezclan en una atmósfera cubana. “Las uvas y el caracol de escritura sombría contemplan desfilar prisioneros en sus paseos de límites siniestros, pintados efebos en su lejano ruido, ángeles mustios tras sus flautas, brevemente sonando sus cadenas.”

Otra oposición con Piñera es las características que la luz denota. Si en Piñera la luz era vista como algo negativo y que hasta mataba, en Lezama Lima será vista como salvación. La luz avanzará sobre el mar y como la esperanza se engrandecerá gloriosa a través del amanecer. “La misma pequeñez de la luz adivina los más lejanos rostros. La luz vendrá mansa y trenzando el aire con el agua apenas recordada. Aun el surtidor sin su espada ligera. Brevedad de esta luz, delicadeza suma.” La luz triunfa y restablece la justicia, la luz reconcilia en Lezama, lo que la lluvia reconcilia en Piñera. Y si para este autor el día no representa un castigo, el reflejo del hombre al contemplarse en las superficies espejadas tampoco lo será. Como se muestra en “Muerte de narciso” desde el comienzo el agua funciona como un espejo que funda la imagen “La frente que se abría en el loto húmedo”, y al ir avanzando el poema esa imagen se irá distorsionando al igual que en los espejismos piñerianos “Rostro absoluto, firmeza mentida del espejo”. Pero a diferencia de este, la distorsión enriquece la visión brindándole nuevas perspectivas. Porque si el reflejo no sólo representa, sino que también provee imágenes erróneas, el lector buscando encontrará la expresión más real que el autor intenta transmitir, el lector es el espejo. El reflejo complementa y unifica, y Narciso encontrará en su reflejo el enamoramiento consigo mismo, se sentirá único y solitario (como la propia Cuba).

Otro modo de incorporar al agua es el que ocurre por ejemplo en “Pensamientos en la Habana” en donde el agua no sólo aparece en estado líquido “El agua paseando por los canales de los huesos lleva nuestro cuerpo hacia el flujo calmoso de la tierra que no está navegada, también aparece en su estado sólido: el hielo. “una tierra donde el hielo es una reminiscencia”. El agua es un flujo que ante todo se extiende, pero aunque el hielo retiene al agua no detiene su fluir. Porque al contrario de la insularidad negativa con la que Piñera abre “La isla en peso”, Lezama no verá en el mar una maldición que lo rodea como un cáncer sino un fluir comunicativo que sirve para conectar. De hecho, para él, el aislamiento y la nostalgia insular son necesarios para llegar a una calidad única en la lírica. Es decir, fomentan la concentración indispensable para hacer de su país, un país único, y el exilio no es visto como demoníaco, sino como señorial y confiado en las virtudes conciliadoras de la luz.

Para Lezama, Cuba posee entonces una identidad nacional que la distingue de todo el bloque continental, de Las Antillas, y del resto del Caribe. Ese país individualizado por generaciones de poetas es el que Piñera tomará para darle su revés en “La isla en peso” convirtiéndolo en una “caótica, telúrica y atroz Antilla cualquiera”.

Si Piñera busca la salida de los límites, el hacia fuera del cuerpo, de la isla, de todo ese gran sistema que apresa a su pueblo y lo señala con reflectores, con reflejos, Lezama buscará la vida hacia adentro.


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