CÉSAR VALLEJO (2): Recorrido por su obra



Los rasgos definitorios de la poética de Cesar Vallejo se pueden analizar como un proceso que se inicia desde su primer poemario “Los heraldos negros” y que continuará definiéndose en “Trilce” hasta llegar a su culminación en “Poemas Humanos”. La principal línea que analicé en esta oportunidad es la del contexto histórico y la tradición en la que Vallejo está inscripto, y las opiniones que el mismo tiene al respecto:


El poeta dirá que España y sobre todo América Latina (por intentar imitar a Europa), carecen de maestros o movimientos firmes y se han quedado en la novela naturalista, el modernismo de Darío o el teatro realista. Frente al fracaso de sus precursores tampoco se adscribirá en los movimientos de vanguardia de su época, rechazará la idea de una poesía nueva cuya única novedad radica tan sólo en utilizar un campo semántico tecnológico, y buscará su propia poesía a base de una sensibilidad nueva, simple y humana. Esta poesía estará signada por la introducción de todo un léxico que remite al Perú, su flora, su fauna, su pueblo, pero sin caer en ideas de nacionalismos, y combinándolo con temáticas urbanas y cosmopolitas. La sensibilidad es el pilar fundamental por el cual el poeta nuevo, indigenista y socialista se convierte realmente en lo que es. Además, su arte debe fundarse en sentimientos e intereses comunes a todos, dirigidos a todos, es decir, basarse en valores humanos. El realismo de Vallejo realiza una transcripción personal de la realidad, su visión peculiar del mundo en dónde los hechos no presentan jerarquías y las palabras interactúan connotando no sólo lo que significan, sino también todas las resonancias y asociaciones que ellas provocan. Vallejo sostiene que cada poeta debe forjar su gramática personal e intransferible, y que cuanto más personal sea el estilo más universal será su poesía. Para ello el autor trabajará con palabras en lugar de ideas, buscando en ellas la pulsión vital, el ritmo cardiaco de la vida. Las palabras son su material, y con ellas edifica.



En “Heraldos negros” el autor nombra designando y evocando, sigue las pautas tradicionales y gramaticales, y recurre a temáticas como Dios, la vida, la muerte, pero ante las cuales no encuentra respuesta. Se dice por eso que es un habla desde la orfandad que esboza una ruptura con los discursos de autoridad y con la tradición. Esta ruptura y cuestionamiento la logrará en “Trilce” donde las palabras le serán insuficientes y recurrirá a categorías, a un habla infantil, a una crisis de la gramaticalidad en todos sus niveles, y empezará a aparecer un “yo” que además de estar biológicamente determinado, se halla dentro de un marco social. Más tarde, en sus “Poemas humanos” los procedimientos de “Trilce” se conjugaran, como si hubiera sido necesaria una crisis radical que deshaga el lenguaje para que nazca uno nuevo y único. De este modo aparece una gramaticalidad estable pero distintiva y propia, mayor flexibilidad, coloquialismos, oralidad y gran diversidad.



El gran logro de Vallejo será detener el pensamiento antes de que llegue a la total abstracción, dejando palabras en bruto, elipsis, faltas de cohesión, anomalías y hermetismo. Aplicará también una intradiscursividad combinando léxico peruano y regionalismos con la charla urbana: La palabra rural lo remitirá al hogar, la pertenencia y la identidad; la palabra urbana, cosmopolita, no tendrá razón social y lo llevará a la angustia, es un espacio de exilio. Vallejo se sentirá como un ciudadano de mundos opuestos: entre Perú y París.



La figura del indio se colocará al comienzo del progreso humano y también a su término, creerá en una sociedad capitalista al borde del colapso, una sociedad trivial en la que el hombre sólo puede reconocer a su propio cuerpo como suyo, y deberá hablar a través de él. Si en “Los heraldos negros” le daba importancia a la muerte, aquí lo doméstico será visto como una especie de muerte en vida. En esa sociedad individualista plagada de objetos banales reunidos al azar bajo un mismo poema Vallejo podrá percibir su propio yo alienado y eso le producirá dolor. La relación entre naturaleza y hombre será entonces de dominio.


En los poemas con temáticas rurales en cambio, surgen tres tipos de hombres: el campesino, el minero y el militante bolchevique. Al respecto de la vinculación de Vallejo con el marxismo, y la introducción del bolchevique en sus poemas el autor opinará que: “el artista es y debe ser un sujeto político, pero su poder de creación política no deriva de su militancia, propaganda o adhesión a un partido, sino que el poeta debe crear inquietudes, y a través de ellas transformar al hombre generando el marco para una futura revolución que llevará siglos y que él nunca verá”. Este compromiso con las clases populares oprimidas también aparece en los poemarios anteriores, especialmente en “Heraldos negros”, demostrando que es fundamental para el autor, inclusive desde sus trabajos de juventud. La escritura es la herramienta con la que él intentará contribuir a la ética marxista, y por ello será un tópico fundamental de “Poemas humanos” la preocupación por el fracaso de la escritura.


Es importante entender que “Poemas humanos” apareció en las décadas de 1930 y 1940, posterior a su primer viaje a la Unión soviética que lo vuelca definitivamente al marxismo visto como el modelo de la “sociedad del mañana”, periodo que también es atravesado por desastres, guerras, y tratos al ser humano como si este fuera un objeto o una pieza de artillería. Esto, sumado a los poemas de “España, aparta de mí este cáliz” que completan el libro, sin lugar a dudas condicionó y contribuyó a terminar de forjar el pensamiento político del autor. Vallejo sentirá que el artista no debe simplemente interpretar una forma de ver la vida, sino transformarla para convertirse en un artista revolucionario. El revolucionario deberá entonces estar cerca de la vida, en contacto con esa sensibilidad tan necesaria y con lo terrestre. Los revolucionarios son creadores de una doctrina que luego practican, buscan destruir (un orden) para construir otro nuevo, y es por ello que se convierten en un peligro. El poeta coloca dentro de estos héroes revolucionarios a gente vinculada con la política como Marx y Lenin, pero también incorpora a Buda o a Jesús.


Para ir concluyendo, esto nos vincula directamente con un rasgo importante de la poética vallejiana que no se puede omitir como es el de la religión. Desde “Heraldos negros” esta temática es abordada a la vez que interrogada. Vallejo toma sólo la parte del cristianismo que a él le interesa: la zona de la crucifixión, del viernes santo, del dolor, de la muerte, de un Cristo humanizado. Zona con la que él se sentirá representado, y que se evidencia desde el primer poema que da nombre al libro: 


“Hay golpes en la vida tan fuerte ¡yo no sé! Golpes como del odio de Dios”. 

El poeta, que no comprende esos golpes interroga y cuestiona a Dios, como a todos los otros discursos de autoridad. En “Poemas humanos” la temática religiosa no es tan explícita como en su primer poemario, pero deja entrever un anhelo por ese mesías perdido, que se fusiona con una forma de enunciar, el habla será el sustituto de la palabra cristiana. Por ejemplo, el uso de imperativos indicaría que el poeta tiene derecho a dar órdenes y autoridad para hablar como profeta, hecho que se vincula estrechamente con los presupuestos sociales y convicciones político ideológicas.


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